Es curioso que siempre que estamos próximos al día 33 de la cuenta del omer, esa cuenta1 que empieza el segundo día de Pésaj y nos lleva hasta la celebración de Shavuot, leemos como Parashá de esa semana a Bejukotái, a veces como este año 5780 unida a Behar. Lag en hebreo alude a la composición de las letras LAMED (ל) y GUIMEL (ג).
Guematria es una disciplina de estudio donde se busca entender el significado de las palabras a través de las relaciones numéricas de las letras que la componen. Esto es debido a que en el alfabeto hebreo bíblico no existen los números como tal, se usan únicamente las letras, de tal manera que cada letra tiene un valor determinado, por ejemplo la alef es uno, la bet es dos y así subsecuentemente.
Siguiendo la explicación anterior, la LAMED representa el número 30 y la GUIMEL el número 3. Sumando ambos valores obtenemos el 33, número que a continuación estudiaremos.
Bejukotái alude al día más importante de Sefirat HaOmer que es לג בעמר “lag baOmer”, puesto que es la porción de la Torá número 33 desde el inicio de la Torá, y las primeras dos palabras: "Im Bejukotái" (אם בחקתי) equivalen en su guematria a 561, que es la suma de todos los números del 1 al 33. También el primer versículo de Bejukotái contiene 33 letras. Así que encontramos tres veces, una triple alusión y una triple prueba, de que esta Parashá alude al número 33.
Ahora el aspecto histórico. El Talmud, en Ievamot 62b, nos dice que Rabí Akiva tuvo 24.000 estudiantes que murieron trágicamente durante todo el período del Omer, porque no se trataban entre ellos con suficiente respeto. Se cuenta que el día 33 del Omer cesaron las muertes y la "plaga" que había caído sobre ellos había finalizado. Es por esto que desde Pesaj hasta Lag BaOmer observamos algunas señales de semi-duelo.
También encontramos en la historia que uno de los alumnos de Rabí Akiva, Rabí Shimón bar Iojai (quien vivió en el siglo 2 EC), uno de los prominentes de entre los alumnos que se encontraban en un nivel más elevado y habían sido reclutados por Rabí Akiva revirtiendo esa falta de respeto, falleció este día
La elevación a la grandeza de Rashbi - Rabí Shimón bar Iojai -
Tuvo lugar el momento clave en la vida de Rabí Shimon, sin que él lo planeara pero forzado por la providencia Divina. El Talmud (Shabat 33b) registra el siguiente incidente (parafraseado):
Rabí Shimon y otros sabios estaban discutiendo sobre el impacto del gobierno romano sobre la Tierra Santa. Rabí Iehudá alabó a los romanos por la excelente infraestructura que habían desarrollado: mercados, puentes y casas de baño. Rashbi le respondió: “Todo lo que ellos hacen lo hacen para su propio beneficio. Los mercados los establecen para propósitos inmorales, las casas de baño para embellecerse y los puentes para cobrar impuestos”. Los efectos de sus actos podían resultar beneficiosos, pero eso no podía separarse de los motivos ulteriores que tenían.
Sus palabras llegaron a oídos de los romanos, que decretaron la pena de muerte para Rabí Shimon. (En contraste, a Rabí Iehudá le dieron un cargo elevado). Rabí Shimon se escondió con su hijo, Rabí Elazar, quien sin duda también estaba en peligro. Ellos se escaparon a una cueva. Dios hizo crecer milagrosamente un árbol de algarrobo y que fluyera un río por la entrada de la cueva, proveyéndoles la nutrición básica para que pudieran sobrevivir. Ellos comenzaron a estudiar Torá durante años sin ninguna interrupción. Para que sus prendas no se gastaran, se desnudaban y se enterraban en la arena hasta el cuello. De esa forma estudiaban durante todo el día, excepto cuando salían brevemente para rezar.
Bajo esas condiciones irreales y elevadas, Rashbi y su hijo dominaron los más profundos secretos de la Torá, las enseñanzas místicas de la Cábala.
Bajo esas condiciones irreales y elevadas, Rashbi y su hijo dominaron los más profundos secretos de la Torá, las enseñanzas místicas de la Cábala.