4 de Octubre de 2013
1 de MarJeshvan de 5774
Rosh Jodesh
Parasha: NOAJ (Génesis 6:9-11:32) Encendido de velas: 18.38 hs.
Haftara: Isaías 66:1-24 Finalización del Shabat: 19:38 hs.
Maftir: Exodo 28:9-15
Cuenta una historia que varios animales decidieron abrir una escuela en el bosque. Se reunieron y empezaron a elegir
las disciplinas que serian impartidas durante el curso.
El pájaro insistió en que la escuela tuviera un curso de vuelo. El pez, que la natación fuera también incluida en el currículo.
La ardilla creía que la enseñanza de subir en perpendicular en los árboles era fundamental. El conejo quería, de todas formas,
que la carrera fuera también incluida en el programa de disciplinas de la escuela. Y así siguieron los demás animales, sin saber
que cometían un grande error.
Todas las sugerencias fueron consideradas y aprobadas. Era obligatorio que todos los animales practicasen todas las disciplinas.
Al día siguiente, empezaron a poner en práctica el programa de estudios.
Al principio, el conejo se salió magníficamente en la carrera; nadie corría con tanta velocidad como él. Sin embargo,
las dificultades y los problemas empezaron cuando el conejo se puso a aprender a volar. Lo pusieron en una rama
de un árbol, y le ordenaron que saltara y volara. El conejo saltó desde arriba, y el golpe fue tan grande que se rompió las dos piernas.
No aprendió a volar, y además no pudo seguir corriendo como antes.
Al pájaro, que volaba y volaba como nadie, le obligaron a excavar agujeros como a un topo, pero claro, no lo consiguió.
Por el inmenso esfuerzo que tuvo que hacer, acabó rompiendo su pico y sus asas, quedando muchos días sin poder volar.
Todo por intentar hacer lo mismo que un topo.
La misma situación fue vivida por un pez, por una ardilla y un perro que no pudieron volar, saliendo todos heridos.
Al final, la escuela tuvo que cerrar sus puertas. Porque los animales llegaron a la conclusión de que todos somos diferentes.
Esta semana leemos la historia de la Torre de Babel, donde se nos cuenta que toda la tierra hablaba un mismo lenguaje y decían las mismas palabras. Dios ve esto y confunde los idiomas de la gente, no porque construían una torre sino por haber intentado que todos tengan la misma forma de pensar, los mismos valores; sin tener en cuenta las diferencias que cada ser humano posee.
Lo importante es respetar al prójimo. Respetar sus capacidades y sus limitaciones y aprender de ellas.
Dios intervino haciendo que cada uno tenga otro idioma, otra forma de ver y de pensar el mundo, para mostrarnos que se puede vivir y compartir las diferencias.
Shabat Shalom!!!! שבת שלום
Arq. Graciela de Grynberg