En estas últimas parashiot vemos actitudes humanas, una necesidad y un reencuentro. Hace dos secciones atrás veíamos la actitud de preferitismo de un padre (Iaakov) para con su hijo Iosef (el menor y querido por ser hijo de su amada esposa) que conlleva a toda una situación de incomodidad con todos sus otros hijos, en la sección de la semana pasada veíamos una necesidad; ante los tiempos de hambruna en la tierra de Egipto, los hijos de Israel descienden allí en busca de provisiones antes que sus granos se acaben, y en esta sección semanal se sucede un re-encuentro, íntimo, entre Iosef (quien había sido vendido por sus hermanos), líder entre los egipcios, con sus hermanos de sangre, que venían de la tierra de Canaán en busca de provisiones y en rescate de uno de sus hermanos que había sido apresado por sospecha de espionaje (por el mismo Iosef).

Distintos puntos de perspectiva:
- Confianza y zona de confort: Ante los tiempos de hambruna en la tierra de Egipto, los hijos de Iaakov se sentían confiados en que allí, en su tierra, habían aún granos para sobrevivir.
- Sentimiento de preocupación ante la incertidumbre: Ante los tiempos de hambruna en la tierra de Egipto, Iaakov se sentía preocupado y les dice a sus hijos que no se confíen y vayan a Egipto a buscar provisiones.
- Confianza en un poder y don obtenido: Ante los tiempos de hambruna en la tierra de Egipto, Iosef, tras la interpretación de los sueños del Faraón, divisó e hizo un plan de reserva de alimentos y, tras la interpretación de su propio sueño, ante el reencuentro con su familia les entregó no sólo alimentos sino una tierra dónde puedan quedarse a pasar esos tiempos.
Nos relata la Torá que Iosef desde chico tenía ideales grandes, interpretando así sus propios sueños, siempre se sintió como que su futuro era ser un salvador para su familia y cuando tuvo la oportunidad no lo dudó, aún con todo lo que había sucedido nunca se negó a su propia sangre y, sin pensar en el qué dirán, alojó a su familia en su tierra.

¿Cómo puede cada uno llevar las enseñanzas de la Torá a nuestros días?, pensemos en qué situaciones de nuestras vidas ante una necesidad o un accionar producimos encuentros en nuestras familias que nos hacen olvidar el pasado y no importarnos el futuro, sino vivir ese presente, que sea cual fuera la situación apremiante o de extrema necesidad lo que importa es la sangre y el sentimiento de alianza que ello lleva.

Hoy tenemos la historia conocida de nuestros ancestros, sabemos que a nuestro patriarca Abraham le enseñaron que su pueblo bajaría a Egipto y allí estaría por cuatro generaciones bajo la opresión del imperio egipcio y luego volvería a su tierra natal, sabemos que la generación de los hijos de Israel se alojaron por pedido de Iosef y por necesidad en esa tierra para sobrevivir, quizá desconociendo la profesía de Abraham, y así no tentar la posibilidad de quedarse sin provisiones para vivir, pero también sabemos que Iaakov, antes del reencuentro con su hijo Iosef, se sentía preocupado por dejar la tierra de Canaán, pues los intérpretes de la Torá dicen que él sí conocía la profecía de su abuelo (que el pueblo sería esclavizado en un futuro), y además del temer que la espiritualidad de su familia fuese afectada por las costumbres del pueblo egipcio, pero es ahí cuando Di-s se le presenta en un sueño por la noche y le dice que no tenga miedo pues allí nacerá una gran nación. Sabemos que el pueblo se empieza a acostumbrar a ese lugar, aún preservando algunas costumbres de la casa de Israel, haciendo difícil el regresar a la tierra de sus padres, tierra que fue poseída por otros habitantes durante ese tiempo.

Iaakov regresa a la tierra de Canaán, pero una vez muerto en tierra egipcia. Sus hijos, aún luego de la muerte de su padre y de haber pasado los tiempos de hambruna, no regresan. La Torá no nos relata el por qué de este desenlace, tampoco nos cuenta sobre si se asimilaron a las costumbres del lugar, o si mantuvieron sus propias costumbres, sólo sabemos que el pueblo creció y se hizo grande en número en aquella tierra de Goshen.

Siempre tenemos que recordar de dónde venimos para poder crecer y salir fortalecidos en dónde estamos, pues la providencia divina los acompañó en todo este proceso, pero sabemos que llegado un momento determinado, se olvidaron de Di-s y de su pasado y es así como empieza una historia de esclavitud. Nos volvemos esclavos de nuestras costumbres y situaciones cotidianas. Tenemos que hacer y aprender a hacer pausas, poder detectar cuándo nos estamos desviando del camino y volver. No nos olvidemos que Di-s siempre está ahí con su pueblo, donde el pueblo lo deje habitar. Tengamos confianza, pero también preocupación, siempre que todo va bien algo está o estará mal, es el equilibrio de la vida humana, veamos siempre las dos caras de la moneda o las dos partes de un vaso medio lleno, porque nuestros antepasados nos enseñan que hay que tener un plan de contigencia, que toda riqueza no es más para siempre, que toda alegría puede convertirse en duelos, que todo momento que actuamos de determinada manera podemos afectar mucho.

Que este sea un shabbat de re-encuentros, que podamos aprender del duelo inconsolable que tuvo Iaakov a causa de sus hijos por Iosef que sólo el reencuentro pudo sanar, que podamos aprender que el rencor y la venganza no son buenos para sanar, pues Iosef apostó al amor ante sus hermanos, que las posibilidades que nos da la vida de brillar son para estar bien nosotros y transmitir ese bien a los otros y no es el hecho de brillar uno a costas de los otros.