Dᵉvarim 10:17 "Porque El Eterno, su Di-s, es Di-s de dioses, y Señor de señores, Di-s grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas ni acepta sobornos".
כִּי יְהֹוָה אֱלֹהֵיכֶם הוּא אֱלֹהֵי הָאֱלֹהִים וַאֲדֹנֵי הָאֲדֹנִים הָאֵל הַגָּדֹל הַגִּבֹּר וְהַנּוֹרָא אֲשֶׁר לֹא־יִשָּׂא פָנִים וְלֹא יִקַּח שֹׁחַד׃

¿Alguna vez te "sobornaste" a vos mismo? "Doné para una buena causa, así que puedo relajarme con mis responsabilidades". "Nunca hablo mal de nadie… pero si alguien me cae mal o me hizo algo malo, ahí sí lo critico".

Hay una escena que todos conocemos, aunque nunca la hayamos vivido literalmente: un poderoso que favorece a sus amigos, que "arregla" las cosas para los suyos. En nuestro mundo, es casi un reflejo pensar que la cercanía nos da privilegios. Si soy cercano a alguien influyente, quizá me pase por alto alguna falta. Si me porto bien la mayoría del tiempo, tal vez me permitan una licencia aquí o allá.

En medio del desierto, Moshé le dice a su pueblo algo que rompe esa lógica: "tu Di-s, no muestra favoritismo ni acepta soborno". A pesar de las palabras lindas, no es un elogio: es un aviso. La relación con Di-s no se basa en "arreglos", no es creerse que somos el pueblo elegido y tenemos el aval de descuidar nuestra conducta, confiando en que la cercanía a Di-s nos asegurará impunidad.

En cada transmisión, nuestros sabios han reflexionado mucho sobre este versículo, o la intencionalidad oculta de destacarnos una conducta divina. Hay quienes explican que "no acepta soborno" significa que no podemos compensar una falta con un mérito, que no existe eso de "hice una mitzvá, así que puedo darme el lujo de no cumplir otra". La vida no es una cuenta bancaria de moralidad donde depositamos y retiramos a conveniencia, cada acto se sostiene por sí mismo y tiene su propio peso, y, sin embargo, también nos enseñan que Di-s "hace resplandecer Su rostro" hacia quienes Lo buscan.

Todo esto no es favoritismo ciego: es reciprocidad. Si caminamos por el camino correcto a los ojos de la Torá, nos irá bien, no porque rompamos Sus principios, sino porque Su principio es responder al amor con amor. Esta visión es profundamente humana, todos conocemos la tentación de "sobornarnos" a nosotros mismos. La integridad, que se parece a la de Di-s, no se compra ni se vende, no se compensa con acciones en otras áreas:

"Fui amable con esta persona, así que me puedo permitir hablar mal de otra".

"Hoy ayudé a un vecino, así que puedo dejar de llamar a ese familiar que me incomoda".

Hay otra matiz: la Torá no dice que Di-s no pueda mostrar favoritismo, sino que elige no hacerlo. Ese es el verdadero poder: no usar la fuerza o la autoridad para justificarse, y ahí está la enseñanza más delicada para nosotros: a veces lo más fuerte que podemos hacer no es imponer nuestra voluntad, sino elegir lo correcto aunque tengamos mil excusas para no hacerlo. Piensa en este Shabbat con todo lo que cargas: las tareas pendientes, las culpas, los orgullos, las heridas, etc., y verás que tal vez el desafío no sea "hacer más" o "ser mejores" en todo, quizá el desafío sea mirar con honestidad una sola área de nuestra vida donde nos estamos "dejando sobornar" por nuestros propios argumentos… y decidir que ahí, justo ahí, no vamos a negociar.

Porque en ese momento, aunque sea por un instante, estaremos actuando como el Di-s que nos enseña que la grandeza no está en el poder que uno tiene, sino en la pureza con la que elige usarlo.

¡Shabbat Shalom! ¡Shalom al Israel, Shalom al olam!

Hamoré Sergio Man
Ba‘al tᵉfilla, Ba‘al Kore, Ba‘al Tokea‘
Agosto 2025