En los años que el 9 de Av comienza en domingo (sábado por la noche) el ayuno comienza con el atardecer (שקיעה - shkia) de ese sábado, y por ende esto sucede cuando todavía estamos en Shabbat, por lo tanto como ya estamos en el ayuno, al llegar al horario de la Havdalá nos resulta imposible realizar la ceremonia sobre el vino, postergándola hasta pasado el ayuno.
Sin embargo, pronunciamos la Havdalá en la plegaria (Amidá) de Arvit al recitar la bendición de «Atá Jonantanu», en la cuarta bendición, que actúa a modo de diferenciación entre Shabbat y la semana tras la cual se pueden ya realizar labores. Además, se bendice sobre el fuego a la salida del Shabbat ya que ésta bendición no depende de la del vino (sino que implica un agradecimiento por la creación del fuego).
Se acostumbra a recitar la bendición por la creación del fuego después del servicio de Arvit y previo a la lectura de Eijá - las Lamentaciones de Irmiahu - cuando se encienden velas.
Al finalizar el ayuno, antes de que se coma o beba, es menester recitar la Havdalá con una copa de vino recitándose dos bendiciones: por el fruto de la vid («Boré Perí Haguefen») y por diferenciar entre lo santo y lo profano («Hamavdil»), no recitándose las bendiciones de la creación del fuego («Boré Meorei Haesh») ni la de las especies aromáticas («Boré Minei Besamim»).
Nuestros sabios prohibieron realizar labores hasta que no se haya pronunciado algún tipo de fórmula que diferencie lo santo de lo profano todo sábado por la noche, aunque ya hayan salido las estrellas, como por ejemplo al mencionar «Atá Jonantanu» en la cuarta bendición de la Amidá de Arvit. Así también prohibieron ingerir alimentos hasta haber realizado la ceremonia de la Havdalá sobre una copa de vino, por esta razón es que en este motzaei shabbat es suficiente con la pronunciación de alguna fórmula de separación, que nos permita realizar labores, y al finalizar el 9 de Av, cuando necesitamos comer, se debe recitar la Havdalá sobre una copa de vino.