Preguntas y respuestas de la parashá: El poder de un Tzadik
"Y tú ordenarás a los hijos de Israel...” (Éxodo 17:9-12)
Al comienzo de esta parashá Dios le habla a Moshé, pero a diferencia de otras veces, esta vez se refiere a él como “tú” en vez de mencionar su nombre. De hecho, esta es la única parashá de toda la Torá (después del nacimiento de Moshé obviamente) en donde el nombre de Moshé no es mencionado, ¿por qué?
Cuando los judíos cometieron el pecado del Becerro de Oro, Moshé clamó a Dios y le pidió lo siguiente: “Y ahora, por favor perdona el pecado del pueblo, pero si no, bórrame ahora de Tu libro que has escrito” (Éxodo 32:32).
Cuando los judíos cometieron el pecado del Becerro de Oro, Moshé clamó a Dios y le pidió lo siguiente: “Y ahora, por favor perdona el pecado del pueblo, pero si no, bórrame ahora de Tu libro que has escrito” (Éxodo 32:32).
Ahora bien, existe un principio general que dice que el pedido de un Tzadik siempre es concedido incondicionalmente, a pesar de que el mismo Tzadik establezca ciertas cláusulas en su pedido. Y así en este caso, a pesar de que Dios perdonó finalmente al pueblo judío, de todas maneras, el pedido de Moshé de ser borrado del libro de Dios debía cumplirse de alguna manera.
Por esta razón, el nombre de Moshé no es mencionado en esta parashá, para representar de cierta manera que Moshé fue “borrado” al menos de una parte de la Torá, así como él pidió.
Además de esto existe otra razón.
Como es sabido, en esta parashá se habla de las ropas de los Kohanim, y en un principio, Moshé debería haber sido el Kohén Gadol, y no su hermano Aarón. Sin embargo, cuando Moshé se negó a cumplir con la orden de Dios y le pidió que enviara a otra persona en vez de él para cumplir con la misión de liberar al pueblo judío (ver Éxodo 4:14 y el comentario de Rashi), la Kehuná le fue quitada y fue entregada a Aarón.
Por esta razón no fue escrito su nombre en esta parashá, para no aumentar su angustia por el hecho de haber perdido la Kehuná.
Vemos de acá la fuerza y el poder que tiene un Tzadik, a tal punto que Dios, por así decir, escucha y cumple sus pedidos incondicionalmente, y además de eso, amerita la compasión Divina, incluso cuando es merecedor de un castigo.
Fuente: Baal HaTurim, comentario a Shemot 27:20.