Humildad: la clave para la grandeza
Al final de la parashá de esta semana, Dios describe a Moshé como la persona más humilde sobre la faz de la Tierra. De acuerdo a la definición de grandeza de la Torá, Moshé representa el nivel máximo que una persona puede alcanzar; llegó a tener la mayor cercanía con Dios que es humanamente posible, aprendió la mayor cantidad de Torá y fue el maestro de todo el pueblo de Israel.
Claramente su excepcional humildad tiene una relación directa con su grandeza, pero dado que hay muchos rasgos de personalidad que son sumamente positivos como la amabilidad y la honestidad, entonces, ¿por qué fue específicamente el atributo de humildad el que le permitió llegar a ser tan grandioso?
Para responder esta pregunta debemos analizar el rasgo opuesto de la humildad: la arrogancia. La Guemará describe el odio que siente Dios hacia una persona arrogante: Dios dice que no hay lugar para que Él y la persona arrogante vivan juntas. ¿Qué significa esto? La persona arrogante cree que no necesita a Dios para tener éxito en la vida; siente que sus talentos son suficientes y, por lo tanto, no necesita la "ayuda" de Dios. En consecuencia, Dios responde medida por medida y no le provee a la persona arrogante ninguna ayuda Divina (siata dishmaia) en sus actividades. Eso significa que Dios no residirá con ella. Por lo tanto, dicha persona se ve sumamente limitada en cuanto a lo que puede lograr por medio de sus propios talentos; está tremendamente limitada por el mero hecho de ser humana. Puede que sea inteligente, pero su inteligencia sólo la llevará hasta cierto punto; después de eso está perdida.
Pero la persona humilde tiene la actitud opuesta. Se da cuenta que tiene talentos, pero a la vez está consciente de que fue Dios quien se los dio. En consecuencia, reconoce que todas sus aspiraciones son alcanzables sólo con la ayuda del Cielo. Esta concientización no es limitante, sino que por el contrario, es tremendamente fortalecedora. Una vez que la persona se da cuenta que Dios le puede dar cualquier cosa que necesite, entonces se vuelve obvio que su potencial es ilimitado, ya que la fuente de su éxito es ilimitada. Si una persona está dispuesta a hacer el esfuerzo necesario para realizar la voluntad de Dios, entonces, podrá alcanzar incluso un éxito que trasciende las leyes regulares de la naturaleza.
Esto explica por qué el atributo de humildad de Moshé le permitió llegar a tan increíbles alturas. Él se dio cuenta que cualquier cosa que intentara hacer la podría lograr sólo gracias al poder que le había dado Dios, y la conciencia de esto eliminó todas las limitaciones sobre qué podía lograr; por lo tanto, como encontramos repetidamente en la Torá, consiguió logros sobrenaturales (1).
Rav Jaim Shmuelevitz desarrolla aún más esta idea (3). Él cita el versículo en Proverbios que dice: “Ve a la hormiga, perezoso, mira sus caminos y hazte sabio” (4). El Midrash explica qué es lo que debemos aprender de las hormigas: “Esta hormiga vive sólo seis meses y todo lo que necesita comer [en toda su vida] es un grano y medio de trigo, pero va y reúne todo el trigo y cebada que pueda encontrar… ¿por qué lo hace? Porque se dice a sí misma: 'Quizás Hashem decrete vida para mí y entonces esta comida estará disponible para que la coma'. Rabí Shimón Bar Iojai dijo que una vez vio un hormiguero que tenía 300 cor de granos, por lo que el Rey Salomón dijo 've a la hormiga, perezoso', tú también deberías preparar para ti mitzvot en este mundo para el mundo venidero” (5).
Hemos aprendido que la humildad es la clave para la grandeza. Una vez que recurrimos a esta fuente ilimitada podemos alcanzar alturas increíbles. Es verdad que el nivel que logró Moshé parece muy distante, pero todos podemos encontrar momentos en nuestras vidas en los que fue muy claro que la siata dishmaia fue la causa de nuestro éxito. Si podemos acceder al sentimiento que tuvimos en ese momento entonces podremos reconocer con facilidad que Dios es la fuente de todas nuestras capacidades.
Fuente: Aish Latino
Notas:
(1) Por ejemplo, su capacidad para estar 40 días y 40 noches sin comida ni bebida mientras recibía la Torá en Har Sinaí.
(2) Vaiakel 35:21. Ver Dáat Torá, Parashat Vaiakel-Pekudé, de Rav Ierujam Levovitz, donde comenta este Rambán.
(3) Sijot Musar, Parashat Emor, Maamar 67.
(4) Mishlei, 6:6.
(5) Devarim Rabá 85:2.
Fuente Aurora Israel - http://www.aurora-israel.co.il/articulos/israel/Mundo_Judio/65229/