Llegó nuevamente, otro año más viviendo esta historia. Parashát Shlaj Lejá, la sección que marca un quiebre en mi vida, un nuevo aniversario se cumple de mi Bar Mitzva, 14 años pasaron, y la historia se repite, la historia tumba y retumba.
Esta semana leemos, lo que para mí significó cuando tomé conciencia de la lectura, de la Torá y de la historia, si así podríamos definir el episodio, el principio de una nueva historia, un fin que debería ser y que no fue. En esta lectura se habla de aquellos enviados por Moshé, líderes de cada tribu, elegidos por el hombre y no por Di-s, a investigar la Tierra Prometida, Erets Kena'an, y volver con un discurso, un resultado, una mirada de lo que percibieron y su definición cambió el destino, a la Tierra no entraron y por el desierto 40 años anduvieron, renovando las generaciones.
Tras varios episodios, donde se observó, y qué privilegiada fue aquella generación, los milagros y las maravillas de Di-s, donde la confianza en É-l debería haber sido ciega, el pueblo dudaba, tenía miedo, necesitaba palpar la seguridad. Así es como 12 hombres entran a la Tierra, desde el desierto, lo menos bello, hasta llegar a la ciudad, pasando por la fauna y flora de ese magnífico lugar, destinado al pueblo de Israel, aunque habitado por otros habitantes.
Vaya uno a saber si fue el miedo lo que se adueñó de 10 de aquellos hombres, si fue falta de confianza, falta de fe, si el cambio que se iba a producir los hizo volver atrás, o qué pasó por sus cabezas, que decidieron contar una realidad no tan acertada, exageraron lo que los ojos vieron, adulteraron algunas realidades, y llevaron la duda al resto del pueblo. Sólo 2 de esos 12 hombres fueron capaces de ver más allá, de confiar, de impulsar hacia adelante.
Es difícil ponerse en el lugar de aquella generación, sin embargo, trasladando este episodio a nuestros días, reflexiono, cuántas veces nos resistimos a los cambios, cuántas veces decimos no, cuántas veces pensamos ir por un camino y en el durante lo cambiamos. Hoy a mí me toca vivir muchos cambios, la vida sigue y me da cada día un nuevo desafío, el principal el seguir viviendo, el seguir disfrutando de la vida, de mi familia, de mis amigos y compañeros, de cada historia que vivo cuando digo "Modé Aní" y cada pensamiento y anhelo cuando digo "Shemá Israel".
Cuando la mayoría dice que ir por tal camino es el mejor camino, valga la redundancia, no siempre la mayoría tiene la razón, una minoría puede tener las agallas o la lucidez para tomar el otro camino, quizá nos equivoquemos, pero si somos convincentes con nosotros mismos, si podemos distinguir entre una mayoría que apuesta al progreso de una mayoría que apuesta a quedarse y a tener miedo de lo que vendrá, tomaremos el camino correcto. Yo hoy creo en mí y en las posibilidades que me abren puertas, espero no equivocarme y ser como Ioshua y Caleb que entendieron que convertirse en Israel quiere decir no sólo que somos más que nosotros mismos colectivamente, sino también que podemos llegar más alto, "alo naale" (Bem 13:30), porque la Tierra Prometida nos espera.
Shabbat Shalom umeboraj, veJodesh Tov
Sergio Man
Baal Tefilá