Practica lo que predicas
En la parashá de esta semana, Moisés le ordena al pueblo judío mandamientos adicionales que deben seguir. Él les dice que cuando elijan un rey, el rey:
"...deberá escribir para sí mismo dos copias de esta Torá ... [la Torá] deberá estar con él, y deberá leer de ella todos los días de su vida".(Deuteronomio 17:18-19)
Una Lección de Vida
Dios quiere que el rey tenga una Torá -con todos sus mandamientos- dentro de sus posesiones personales, en todo momento. Pero, ¿por qué un rey (la persona que en teoría tiene que darle órdenes a los demás) tiene que hacer esto?
Porque comúnmente vemos que las personas que tienen poder deciden (de manera consciente o no) tener reglas personales que sólo se aplican a ellos, y un conjunto de reglas completamente distintas para el resto de las personas.
La pregunta es, ¿por qué las personas "con poder" piensan que se debe aplicar un conjunto de reglas a ellas y otro conjunto completamente distinto a los demás? La razón es que cuando tú estás dando las órdenes, es muy fácil olvidar que tú también tienes un "jefe" al cual debes obedecer -un jefe llamado Dios.
Esta es precisamente la razón por la cual Dios desea que todo rey, no sólo tenga dos rollos de la Torá, sino que uno de ellos esté siempre con él. Cualquier lugar al que un rey va (excepto lugares sucios como el baño), la Torá va con él. Claramente, existen muchos beneficios por ser el rey, y ciertamente el rey merece todos estos beneficios, pero su comportamiento debe adecuarse a las leyes de Dios y no a sus propias leyes.
El mensaje es muy claro. No puede haber un conjunto de reglas para un líder, y otro conjunto de reglas para sus seguidores. Dios le dice al pueblo judío que tanto los reyes como sus seguidores, todos deben vivir sus vidas bajo el mismo conjunto de reglas.
Nosotros vemos esto también en nuestras propias vidas. Los padres le dicen a sus hijos que no deben mentir, pero cuando ese mismo hijo contesta el teléfono, el padre puede susurrarle suavemente, "Dile que no estoy en casa en este momento". Este es exactamente el comportamiento que Dios quiere que evitemos a toda costa.
Y en tu vida cotidiana, los consejos que les das a otros, también deberías tomarlos para ti mismo. ¡Practica lo que predicas! Vive de acuerdo a las mismas directrices y consejos que le das a tus amigos, familiares y compañeros de trabajo. No sientas que tú estás por sobre la ley. Esto te ayudará a crecer de maneras que ni siquiera imaginas, y eso es exactamente lo que Dios desea.