A partir de las "Diez Palabras", en el capítulo 20, el libro del Éxodo cambia de tema. Lo que hasta ahora había sido el relato del Éxodo de Egipto, en los capítulos 21 a 23, en particular, es ahora un código de reglas (mishpatim en hebreo), cuya preocupación principal son los derechos y las necesidades de los más débiles de la sociedad.

Lo que caracteriza a estas reglas es una rigurosa preocupación por la igualdad de trato: bien por bien, mal por mal, recibiendo cada uno lo que le corresponde.
Sin embargo, la aplicación en la práctica de estos entendimientos, no es tan simple. Toda sociedad se ve obligada a preguntarse una y otra vez, si todos los bienes y males son iguales.
En el antiguo Israel, la moralidad de una acción es medida por el grado en que concuerda con los valores y las máximas de la comunidad.

Cuando "el que mata, morirá", se lee como un claro mandato que exige la pena capital, toda una serie de principios atenúan e incluso contradicen lo que es una norma general y abstracta.
La pena de muerte es un fiel reflejo de las concepciones de que es lo que pone en peligro la estructura social de la sociedad. Es una expresión de lo que se considera esencial para la estabilidad, la vitalidad y la continuidad de una sociedad ordenada.

En la práctica, "el que mata morirá", fue leído por la tradición con el sentido de: "normalmente debe ser condenado a muerte, pero no lo es, porque ..."
El Tanaj distingue claramente entre "muerte accidental" (homicidio) y asesinato deliberado (tal como el acecho de la víctima y matar a traición). Aunque ambos acciones matan, la premeditación es una cosa, otra es el accidente.
Siendo fiel a la idea de que la justicia (tzedek en hebreo) significa actuar en solidaridad y lealtad con los valores de la comunidad, la maldición de los padres es también tratada como asesinato. A pesar de ello, no se han registrado casos de alguien que fuera condenado a muerte por maldecir a sus padres.
Las leyes bíblicas en su gran mayoría son declaraciones de principios o ideales de comportamiento generalmente considerados como deseables. Aquellos que leen literalmente las leyes de pena capital, por ejemplo, tendrán dificultades en presentar casos reales específicos. 
Y, si bien es cierto que "comprender es perdonar", "perdonar" no significa escapar a la retribución, sino que, en consonancia con el verdadero espíritu judío, es posible simpatizar incluso con quienes uno considera enemigos.

Retribución 

Moshe Pitchon - Fuente Aurora Israel