En esta parashá aprendemos una costumbre que continúa hasta el día de hoy, la de rasgar nuestras ropas ante la pérdida de un ser querido, cercano del círculo de la familia (padre, madre, hijo, hija, hermano, hermana, cónyuge), pues dice: "Entonces Iaakov desgarró sus vestidos... e hizo duelo por su hijo" (Bereshit 37:34). Este es el concepto de kriá durante el funeral o entierro del ser cercano.
Maimónides, interpreta que la rasgadura cumple una necesidad emocional de ese momento, pues de otras formas estaría prohibido destruir una vestimenta ya que sería considerado un derroche innecesario.
"... pero él (Iaakov) se negó a consolarse..." (Bereshit 37:35)
Maimónides, interpreta que la rasgadura cumple una necesidad emocional de ese momento, pues de otras formas estaría prohibido destruir una vestimenta ya que sería considerado un derroche innecesario.
"... pero él (Iaakov) se negó a consolarse..." (Bereshit 37:35)
Explica Rashí que, inconscientemente, ninguna persona es capaz de aceptar que se le consuele por la pérdida de un ser querido que en realidad está vivo, aún cuando él piense que está muerto. La razón de ello es que con respecto a alguien realmente muerto, existe un decreto divino gracias al cual el muerto es olvidado por el corazón del deudo, pero no con respecto a alguien que todavía está vivo.
Leemos en el versículo anterior que Iaakov hizo duelo por su hijo Iosef muchos días, se calculan que fueron durante 22 años, creyendo equivocadamente que había sido asesinado por un animal, y dejó de hacer duelo sólo cuando descubrió que estaba vivo en Egipto. Hasta ese momento, no pudo olvidar a su hijo “perdido”; por ese motivo aprendemos de Rashí, y de las interpretaciones de los sabios, que el dolor de la pérdida decrece sólo por decreto divino, y eso sólo ocurre cuando la persona realmente está muerta.
El decreto no tuvo efecto en Iaakov porque su hijo no estaba muerto. El consuelo no es un proceso natural. Ni el paso del tiempo, ni la incomodidad, ni los gestos bien intencionados de los demás pueden remover la memoria o eliminar el dolor. Es por eso que le pedimos a Di-s que consuele – porque nosotros no podemos; sólo Él, que conoce los secretos del corazón, es realmente capaz de medir la profundidad de tal pesar, y de brindar consuelo.
Leemos en el versículo anterior que Iaakov hizo duelo por su hijo Iosef muchos días, se calculan que fueron durante 22 años, creyendo equivocadamente que había sido asesinado por un animal, y dejó de hacer duelo sólo cuando descubrió que estaba vivo en Egipto. Hasta ese momento, no pudo olvidar a su hijo “perdido”; por ese motivo aprendemos de Rashí, y de las interpretaciones de los sabios, que el dolor de la pérdida decrece sólo por decreto divino, y eso sólo ocurre cuando la persona realmente está muerta.
El decreto no tuvo efecto en Iaakov porque su hijo no estaba muerto. El consuelo no es un proceso natural. Ni el paso del tiempo, ni la incomodidad, ni los gestos bien intencionados de los demás pueden remover la memoria o eliminar el dolor. Es por eso que le pedimos a Di-s que consuele – porque nosotros no podemos; sólo Él, que conoce los secretos del corazón, es realmente capaz de medir la profundidad de tal pesar, y de brindar consuelo.
Shabbat Shalom
Tec. Sergio Man - baal tefilá y baal koré
Noviembre 2020
Tec. Sergio Man - baal tefilá y baal koré
Noviembre 2020