Vayyikra 5:5 Entonces será que cuando quede culpable de uno de éstos (motivos), que confiese lo que haya pecado.
וְהָיָה כִי־יֶאְשַׁם לְאַחַת מֵאֵלֶּה וְהִתְוַדָּה אֲשֶׁר חָטָא עָלֶיהָ׃
En la Torá, la confesión (vidui) no es solo un acto de palabras; es un proceso de transformación interna. Di-s nos enseña que cuando una persona reconoce su falta, el primer paso hacia la reparación es verbalizarla.
El Rambam explica que la teshuvá genuina no se completa sin el reconocimiento del error y la resolución de cambiar. ¿Por qué es tan importante decirlo? Porque el ser humano tiende a justificar sus actos o a olvidar sus errores. Al expresar nuestra falta, rompemos la negación y nos hacemos responsables. Así lo expresa el Talmud, aquel que confiesa con sinceridad y se compromete a mejorar, transforma su pasado en una oportunidad de crecimiento.
Esto nos deja una enseñanza profunda: no debemos temer equivocarnos, sino temer no reconocerlo. La verdadera grandeza no está en nunca fallar, sino en levantarnos con humildad, aprender y seguir adelante con más conciencia y sensibilidad. El judaísmo no concibe la perfección como un estado inmutable, sino como un ideal hacia el cual debemos esforzarnos continuamente. Es natural que el ser humano cometa errores, pero lo que define su grandeza es su capacidad de reconocerlos y corregirlos.
El vidui, la confesión verbal del pecado, es uno de los pasos fundamentales del arrepentimiento. Según el Rambam, en su tratado de Hiljot Teshuvá, la teshuvá no está completa sin una confesión sincera. No basta con sentir remordimiento interno, sino que se requiere expresar en palabras el error cometido.
Nos decimos a nosotros mismos frases como: "No fue tan grave", "No tuve otra opción", o incluso "No fue mi culpa". La Torá nos enseña que, para poder cambiar realmente, primero debemos asumir responsabilidad plena sobre nuestras acciones. Cuando verbalizamos nuestro error, como mencionamos arriba, rompemos la barrera de la negación, tomamos conciencia real de nuestras acciones y comprometemos nuestra voluntad para cambiar. Todo error puede ser corregido si se sigue un proceso adecuado.
El concepto de vidui no se limita a los pecados religiosos. Es una herramienta poderosa para mejorar nuestras relaciones personales y nuestro carácter. Como ejemplos prácticos: Muchas veces lastimamos con palabras o actitudes. Poder decir: "Me equivoqué, lo lamento, quiero hacerlo mejor", fortalece los vínculos y genera respeto. Un error asumido con humildad puede generar más confianza que un error negado. Reconocer nuestras fallas nos permite crecer, en lugar de quedar atrapados en patrones de conducta negativos.
Fallar no nos hace malos, pero ignorar nuestros errores sí nos estanca. La verdadera grandeza no radica en nunca equivocarnos, sino en tener la humildad y la valentía de corregirnos. Que siempre tengamos la valentía de asumir nuestras acciones y la determinación de mejorar. Que siempre tengamos la capacidad de decir: "Me equivoqué" y la fortaleza de agregar: "voy a mejorar.
¡Shabbat Shalom! ¡Shalom al Yisra’el, Shalom al olam!
HaMoré Sergio Man
Abril 2025