Shᵉmot 40:34 ""Entonces la nube cubrió la Tienda de Reunión, y la gloria de Hashem llenó el Mishkán." (Shemot 40:34)" וַיְכַס הֶעָנָן אֶת־אֹהֶל מוֹעֵד וּכְבוֹד יְהֹוָה מָלֵא אֶת־הַמִּשְׁכָּן׃
Con este versículo llegamos al punto culminante del libro de Shᵉmot. El pueblo de Yisra’el ha recorrido un largo camino: desde la esclavitud en Egipto hasta la revelación en el Sinaí, desde la caída con el becerro de oro hasta la redención que trajo la construcción del Mishkán. Ahora, por fin, la obra está terminada y El Eterno manifiesta Su presencia. Pero, ¿Qué significa que la gloria de Di-s llenó el Mishkán? ¿Es acaso un evento exclusivo del pasado o hay un mensaje eterno en estas palabras?
El Mishkán no era solo una estructura de oro, plata y telas finas. Era un espacio construido con intención, con dedicación y con el deseo de acercarse a Di-s. Nuestros sabios explican que cuando Di-s le ordenó a Moshé "Y harán para Mí un Santuario, y habitaré en medio de ellos" (25:8), el versículo no dice "habitaré en él" sino "en ellos". Es decir, el verdadero santuario no es solo un edificio, sino el corazón de cada uno de nosotros.
Cuando la nube de Di-s descendió sobre el Mishkán, fue la confirmación de que la conexión entre el pueblo y Él se había restaurado. La pregunta que debemos hacernos hoy es ¿Estamos construyendo nuestro propio Mishkán? Cada uno de nosotros puede ser un receptáculo de la presencia divina. No se trata solo de grandes gestos, sino de los pequeños actos de santidad en nuestra vida cotidiana. Cada vez que ayudamos al prójimo, cada vez que elegimos la verdad sobre la conveniencia, cada vez que cumplimos una mitzvá con alegría, estamos invitando a Di-s a "llenar" nuestro espacio.
La nube que cubría el Mishkán nos recuerda que Su presencia no siempre se manifiesta de manera clara. A veces, como en nuestra vida, hay momentos de niebla e incertidumbre. Pero incluso en esos momentos, Di-s está con nosotros, guiándonos en el camino. Hoy, al leer este versículo, hagamos un compromiso y hagamos un ejercicio respondiendo estas preguntas: ¿Cómo podemos hacer que nuestra vida sea un Mishkán, un espacio digno? ¿Cómo podemos traer más santidad a nuestro hogar, a nuestra comunidad y a nuestras relaciones?
Que podamos, al igual que el pueblo de Yisra’el en el desierto, construir un lugar donde la gloria divina resida, no solo en el pasado, sino en nuestro presente y futuro.
¡Shabbat Shalom! ¡Shalom al Yisra’el, Shalom al olam!
HaMoré Sergio Man
Marzo 2025