La Toráh nos relata en esta Parashá, la descendencia de Yaakov, la vida de sus doce hijos y especialmente la vida de su hijo Iosef. Iosef era el más amado de todos, porque había nacido en la ancianidad de Yaakov (Génesis 37:3). Cuando vieron sus hermanos q su padre a él amaba, más q a todos, lo odiaron y no pudieron hablar con él en paz.(Gén 37:4)
Luego de varios acontecimientos (1), por los cuales los hermanos de Iosef lo quieren matar, finalmente deciden venderlo a unos mercaderes Ishmaelítas. Los mercaderes lo hacen llegar a Egipto. Potifar, colaborador del faraón, lo compra como esclavo.
En medio de Parashat Vaieshev, hay un relato que nos cuenta acerca de la vida de Iehúda, hijo de Yaacov.
Iehúda se casa y tiene tres hijos. El mayor, Er, se casa con una joven llamada Tamar. Er muere joven, sin hijos, y su mujer, Tamar, es dada en matrimonio a su segundo hijo, Onán (2). Onán peca al derramar su simiente, y, también, muere joven, por no querer dar descendencia a su hermano.
Iehuda no quiere que Tamar se case con su tercer hijo Shela, y la manda de vuelta a casa de su familia. Pasado un tiempo, Iehuda quedó viudo.
Determinada a tener un hijo de la familia de Iehuda, Tamar se vistió como una prostituta, se cubrió el rostro y se sentó en el camino de Timnáh, porque Iehuda no le había dado por esposo a su hijo Shela. Iehuda se allega a Tamar, sin saber que es ella, porque parecía una prostituta, y ella le pide a cambio su cayado, y su sello, hasta recibir su paga. Tiempo después, le cuentan a Iehuda que Tamar está embarazada y éste la manda a matar por infidelidad; pero cuando ella muestra ciertos objetos personales que Iehuda dejó como garantía de pago, él admite públicamente que es el padre.
Tamar tiene dos hijos, Peretz (ancestro del Rey David) y Zeraj.
Retoma la Torah la vida de Iosef, diciendo que Potifár ve con buenos ojos que Iosef, -quien nunca ocultó su Fé por Adonai-, era de confianza y hacía prosperar todo a su alrededor. Por eso lo puso a cargo de su casa y de todo lo que él tenía en el campo también (gén 39:5).
“VAIEHÍ IOSEF IEFÉ TOAR VIEFÉ MARÉ” Y Iosef era de bella prestancia y hermoso semblante (gén39:6)
Y ocurrió que la mujer de su amo puso sus ojos en el joven Iosef, y lo acosó. A causa de que él se negó (3), ella lo acusó diciendo a su marido, que el joven quiso aprovecharse de ella, y Potifar decidió enviarlo a la cárcel. Pero en la cárcel estuvo Adonai con Iosef e hizo llegar su gracia ante los ojos del alcalde de la prisión.
Veamos la diferencia entre estas dos mujeres: Una, la esposa de Potifar, una mujer con poder económico, que por egoísmo, por un deseo propio de tener algo más, sin darle el verdadero valor a todo lo que poseía, intenta seducir a Iosef. La esposa de Potifar miente acerca de Iosef, sin darse cuenta que ella misma queda sospechada frente a su esposo.
La otra mujer, Tamar, quien al no tener descendencia, se siente despreciada por Iehuda, su suegro, cuando le niega a su último hijo, haciendo caso omiso a lo que designaba la ley.
Tamar hace un acto de justicia, porque tiene verdaderos valores. “Reconoció Iehuda y dijo: Ella es más justa que yo, ya que no la he dado para Shelah, mi hijo… (Gén38:26)
La persona que tiene Valores los demuestra sea cual fuese la situación, y se cuida de no avergonzar a su prójimo!(4) Tamar lo hizo con Iehúda, y él lo reconoce.
A Tamar y a Iosef los acompañó la Shejiná, la Presencia Divina, y ahí radicaba su sabiduría!
Shabat Shalom!
Shlijat Tzibur: Mijal Orlian
(1)“Iosef a los 17 años era pastor con sus hermanos, y él contaba todo lo que veía que hacían sus hermanos a su padre, pero él no previó las consecuencias de su acción” (Rambán)
(2) Ley de Levirato: una mujer viuda que no ha tenido hijos se debe casar obligatoriamente, con uno de los hermanos de su fallecido esposo, para darle descendencia a ese hermano fallecido.
(3) Dicen nuestros sabios que Iosef lo hizo por su Fé a Adonai, y no por no traicionar a Potifar!
(4) Este es un principio fundamental, y es repetido en varios lugares diferentes en el Talmúd.