La porción de la Torá de esta semana contiene, entre otros relatos, el episodio de la revelación divina a nuestro patriarca Yaacov. Al despertar del sueño en el que Yaacov ve la famosa escalera con los ángeles que suben y bajan, Yaacov exclama "Ciertamente Adon-i está en este lugar y yo no lo sabía. Temió y dijo: No es esta sino la casa de Di-s y esta es la puerta del cielo". (Bereshit 28:16-17)
La Torá ya nos ha demostrado que Di-s no necesita un lugar especial para revelarse, sino que Él se hace presente allí donde el ser humano lo busca, donde hay una voz que reclame su presencia. Algunos capítulos antes, por ejemplo, Di-s se hace presente en el desierto para atender al clamor del pequeño Ishmael que, marginado por parte de su familia, está a punto de fenecer a causa de la sed en el caluroso desierto. Es el mismo Di-s que se había hecho presente para atender los ruegos de las matriarcas a causa de su esterilidad, el mismo que más adelante utilizará una zarza como medio para comenzar el proyecto de liberación del pueblo oprimido que lo invoca pidiéndole romper el yugo del faraón.
Que esta semana y esta historia bíblica nos inspire a ser hombres y mujeres de búsqueda, con los sentidos bien afinados y el alma expandida para ser testigos de la presencia de Di-s, incluso en el más amenazante de los desiertos de la existencia, y que al percibir su Divina Presencia podamos sorprendernos y llamar a la tierra que pisamos 'Casa de Di-s'.
Adaptación