B”H
“VAIDABER ADONAI EL MOSHÉ LEEMÓR: DABER EL KOL ADAT BNEI ISRAEL VEAMARTA ALEHEM KEDOSHÍM TIHIÚ KI KADOSH ANI ADONAI ELOHEIJÉM” (Vaikrá 19:1,2)
“Habló Adonai a Moshe diciendo: Habla a toda la congregación de los hijos de Israel y diles: Consagrados habréis de ser, ya que Santo Soy Yo Adonai, vuestro Dios” (Levítico 19:1,2)
En las parashót anteriores del Levítico (VAIKRÁ), se han sucedido una variedad de preceptos (MITZVÓT) tendientes a preservar la pureza (TAHARÁ) del pueblo, tomando siempre como referencia el Santuario.
Los Preceptos que dominan casi todo el libro Vaikrá, están referidos al trabajo de los Sacerdotes (COHANIM) en el Tabernáculo. Por eso este libro de la Torá fue llamado: TORAT COHANIM (la Ley para los Sacerdotes).
Ahora en el capítulo 19, el pedido de la Torá abarcará a todas las personas, a todas las edades y a todas las situaciones de la vida diaria. Por eso estos preceptos, deberán ser expuestos ante todo el pueblo de Israel, en forma directa y similar a la enunciación del Decálogo, más conocido como Los 10 Mandamientos, en los que Dios manifestó su voluntad a través de la Torá, frente a todo el pueblo de Israel.
Nuevamente vamos a ver enumerados varios de los preceptos que ya nos ordenó HaShem en el monte Sinai, y algunos más en detalle, como por ejemplo: “Cada hombre a su madre y a su padre habréis de venerar, y mis Sábados habréis de guardar, Yo soy Adonai vuestro Dios” (Lev. 19:3)
Enumera las leyes para sembrar y cosechar, leyes alimentarias. Nuevamente prohíbe toda suerte de idolatría, y de nombrar a Dios en vano o jurar en su nombre.
Y nos recuerda: No robar al prójimo, no retener la paga del asalariado, una vez que ya trabajó. No dificultar o maldecir a un ciego, o una persona que tiene diferentes capacidades. Juzgar con equidad y no por conveniencia; no difamar, ni ser cómplice.
Uno de los preceptos que tal vez más hay que trabajar en nuestros días por la manera de competitividad que hay, es: “No odies a tu hermano en tu corazón”. Ya que uno de los mayores problemas que existe, son los MALOS PENSAMIENTOS hacia el prójimo. Eso trae agresividad, violencia, odio.
Hay dos temas muy distintos para pensar: Uno es el ENOJO, que puede ser transitorio, incluso con una conversación, se puede informar al otro el por qué, y de este modo, se puede revertir. El enojo muchas veces es como una lamparita que se enciende, para poner un límite, por maltrato, o por diversos temas que hacen a las relaciones cotidianas. Pero el ODIO es uno de los males que a veces hasta se aprende, se hereda en la educación y se desarrolla contra el prójimo silenciosamente. Eso es muy peligroso, sobre todo cuando se lleva a cabo ese odio, a la práctica.
El desafío de entender este precepto, “No odies a tu hermano” es uno de los que mejor nos hace crecer como personas. Enviar luz a ese ser, nos hace vibrar en otra dimensión, porque al enviarle luz, nos llenamos de luz nosotros también, y se nos abre un tipo de entendimiento más espiritual.
Sumado por supuesto a trabajar para que haya Justicia, en conjunto con los demás. Esa es la diferencia entre ser “justicieros” a ser Justos (TZADIKIM)
Y la Torá lo resume inteligentemente diciendo: “AMARÁS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO” (Levítico 19:19)
En esta porción de la Torá, Dios nos pide que seamos Consagrados (KEDOSHIM), y nuevamente enumera los preceptos del Decálogo, desde un lugar de responsabilidad. Ya no tan solo nos hace merecedores de la Torá, sino también nos hace TOMAR PARTE EN SU MISIÓN, A TRAVÉS DEL PACTO al cual se comprometió desde la época de nuestros Patriarcas, hasta hoy día, y por siempre!
Shabat Shalom
Shlijat Tzibúr: Mijal Orlian
Un dicho popular dice: “Ocúpate de Las cosas de Dios, que Él se ocupará de tus cosas”