La escalera de Yaakov.
“Y tuvo un sueño, y he aquí, había una escalera apoyada en la tierra cuyo extremo superior alcanzaba hasta el cielo; y he aquí, los ángeles de Dios subían y bajaban por ella.” (Génesis 28:12)
Esta visión de Yaakov en la Parashá de esta semana es una de las más famosas de la Torá. En esta visión profética se le revela la escalera que conecta la tierra y el cielo y esa misma escalera se observan ángeles ascender y descender. Nuestros Sabios explican que el simbolismo principal de esta profecía estableció mucho de lo que sabemos sobre la espiritualidad en el Judaísmo.
Primero aclaramos que esta visión ocurrió en el Monte de Moriá adonde luego fue establecido el Sagrado Templo de Jerusalén. También fue el lugar donde Isaac el hijo de Abraham y padre del mismo Yaakov había sido atado al altar para el no sacrifico. Nuestra tradición explica que este es el lugar que une a la tierra y el cielo. Hasta este día todas las oraciones judías son dirigidas a ese sitio a dirigir nuestras oraciones al este, adonde estaba establecido el Sagrado Templo.
Nuestros sabios explican que esta visión de Yaakov demuestra el camino verdadero de la espiritualidad. Una persona espiritual se convierte en la escalera de Yaakov, personificando sus cualidades. Al igual que la escalera, ponemos nuestros pies en la tierra y nuestras cabezas en el cielo. Esto quiere decir que mantenemos visiones espirituales y creencias basadas en el mundo espiritual pero tomamos acción en el mundo limitado y físico basado en los pensamientos sagrados. Por ejemplo, creemos en Dios y oramos pero no dejamos la justicia en las manos de Dios, lo expresamos al dar tzedaka (palabra que viene de justicia) y al aplicar la ley cuando es necesario defender a la sociedad. Una persona espiritual se convierte en la escalera que los ángeles usan para ascender y descender por medio de nuestra persona. Los ángeles (malajim – literalmente mensajeros en hebreo) son los mensajeros de Dios. La persona espiritual desea convertirse en el medio para expresar la voluntad divina. Entendemos que nada se podría completar a menos que los seres humanos permitan que sus cuerpos, mentes y espíritus sean usados para esa meta de revelar la presencia divina.
Y la escalera nos enseña otras lecciones también. En el camino de la espiritualidad no existe llegar al cielo en un solo paso, sino tomar varios pasos como los ángeles también lo hacían en la visión de Yaakov. Cada paso es una parte integral del camino. Para ascender a lo más alto nos damos cuenta que tenemos que llegar mas allá de los que vinieron antes de nosotros pero la única forma de coger ese camino es pararnos en los escalones que ellos ya pisaron. Una generación apoya a la otra hasta que la conexión sea completada y la cadena entera es alumbrada.
Finalmente, también aprendemos al ver que los ángeles ascendían y bajaban en esa escalera pero no paraban, lo que indica que el progreso espiritual requiere movimiento. Si no progresamos o estamos en el camino dedicado al progreso espiritual estamos bajando en espiritualidad. Si bajamos podemos subir pero es imposible quedarse en el mismo nivel. Al parar uno baja. Para subir hay que estar en el proceso continuo de ascender. Nunca podemos estar satisfechos con el nivel anterior. Al estudiar Torá por ejemplo uno nunca puede decir que fue suficiente lo que aprendió anteriormente y para mantener lo que aprendió anteriormente tiene que añadirle al conocimiento movimiento constante. El movimiento de la escalera demuestra que el camino correcto de la espiritualidad es el camino de desear ascender constantemente y de servir como el puente entre la tierra y el cielo.
Adaptación.