La Parashá de esta semana describe varias historias, entre ellas la de Iojebed, esposa del levita Amram, que dio a luz a un hijo varón al que, según el Talmud, llamó Iekutiel, y lo mantuvo escondido durante tres meses hasta que no pudo mantenerlo oculto durante más tiempo y en lugar de entregarlo a los soldados egipcios lo colocó a la deriva del Nilo en una pequeña cesta embadurnada con barro en su interior y brea en el exterior, para hacerla impermeable. La hija del faraón, llamada Batia en el Talmud, descubrió al bebé, lo adoptó como su hijo, y lo llamó Moisés (Moshé), que significa "salvado de las aguas". Luego se cuenta sobre el crecimiento de este personaje bíblico, su necesidad de irse a la tierra de Midián, convertirse en pastor de ovejas, encontrarse con la presencia divina y luego conllevar la responsabilidad de liberar al pueblo hebreo de Egipto.
Sin embargo, yo me quedo con una parte del versículo 5 del primer capítulo de este Segundo Libro de la Torá.
:ה. וַיְהִי כָּל נֶפֶשׁ יֹצְאֵי יֶרֶךְ יַעֲקֹב שִׁבְעִים נָפֶשׁ וְיוֹסֵף הָיָה בְמִצְרָיִםShmot 1:5 “Ahora todos los descendientes de Jacob eran setenta almas, y Iosef, estaba en Egipto.” |
Se pregunta Rashi (Rabi Shlomo Yitzjaki), exégeta del siglo XV, a partir de “y Iosef estaba en Egipto”, si ya no habían sido él y sus hijos incluidos entre los setenta. Y ¿Acaso no sabemos que se encontraba en Egipto? Pero para informarle acerca de la justicia de Iosef, el Iosef que cuidaba los rebaños de su padre, es el mismo Iosef, que estaba en Egipto y se convirtió en un rey, y él conservó su justicia. [De Sifrei, Ha'azinu 334]
Esta es la parte en la que esta semana me centraré, porque siento que esa esencia del texto refleja lo que nos pasa hoy a nosotros; nosotros que estamos en el exilio; que nos toca vivir bajo nuestras leyes y las de nuestro país; donde el mantener viva la llama de nuestra tradición está relacionado con luchar contra la asimilación; donde “el Iosef de que cuidaba los rebaños” es nuestra tradición y nuestro legado y “el mismo Iosef que estaba en Egipto y se convirtió en Rey” somos nosotros que hoy estamos como “delegados” de Am Israel en el mundo, para que la llama no se apague.
Siento que el anhelo de volver a la Tierra de Israel, del ansiado “Tercer Templo” (aunque algunos opinen que es el cuarto), dónde todos vivamos juntos en Nuestra Tierra en paz, hoy estamos en el exilio, estamos educando, educándonos, transmitiendo nuestra milenaria tradición, llena de enseñanzas por doquier, desde una letra, una palabra, una frase o simplemente una acción.
Ruego a Di-s que este Shabbat podamos extraer de las enseñanzas de nuestra Torá y la de nuestros Sabios, para continuar en el proceso de “Letaken Olam”, corrección del mundo, a partir de nuestra propia corrección personal. Esta semana que en Argentina se recuerda el trágico suceso del año 2001, y 12 años después se vuelven a repetir escenas similares, podamos crecer intelectualmente y que los “ministros” que rigen nuestro país elijan buenas decisiones y como rezan nuestras oraciones “Inspíralos con el espíritu de Tu ley y de Tu justicia, para que imperen siempre en nuestro país la paz y la quietud, la felicidad y la libertad.”
Shmot relata la transición entre la esclavitud y la liberación, y la odisea por el desierto. Que podamos de una vez por todas “sacar a Egipto de Israel”, así como Moshé “sacó a Israel de Egipto”. ¿Somos realmente libres ahora? ¿Esclavos de quienes somos hoy en día? Una reflexión que dejo abierta.
Shabbat Shalom uMeboraj, que tengamos un Shabbat de Paz y lleno de Bendiciones.
Sergio Man
Baal Tefilá