En el cielo las gotas actúan como pequeños prismas y cuando la luz del sol las ilumina de la manera adecuada, la luz se separa en sus colores formando el arcoíris. Por esto, solo podemos verlos cuando llueve fuerte o hay una pequeña llovizna.

Quien divisa el arcoíris bendice: «Baruj Atá ... Melej Haolám Zojer Habrit Uneemán Bivritó Vekaiám Bemaamaró» («Bendito eres ... Rey del universo que recuerdas el pacto, y eres fiel a Tu pacto y cumple Tu palabra»).

Al igual que en la historia de Noaj, donde Di-s ofreció una nueva oportunidad después del diluvio, también podemos encontrar en nuestro corazón la capacidad de perdonar y buscar la paz. La humanidad, a menudo dividida por conflictos y diferencias, puede aprender de la promesa del arcoíris: que la paz es posible cuando nos esforzamos por comprender y perdonar a los demás.

Al mirar un arcoíris, reflexionemos sobre la importancia de la reconciliación y la paz en nuestras vidas. La humanidad puede encontrar un camino hacia la armonía y la convivencia, siguiendo el ejemplo del amor y la paciencia divinos. Así como Di-s cumplió Su promesa de no destruir a la humanidad con un diluvio, también podemos comprometernos a no destruirnos mutuamente con la violencia y la discordia, y en su lugar, buscar la paz, la comprensión y la unidad en nuestro mundo.

Pues así dicen las escrituras: "Y dijo Di-s a Noaj: El fin de toda carne ha venido delante de mí; porque la tierra está llena de violencia (jamas - חָמָס) a causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré con la tierra".

Que así podamos ser nosotros, actuando cada día de nuestras vidas con algo bueno, positivo, constructivo, para que podamos en algún momento ser nosotros un arcoíris.

¡Shabbat Shalom! ¡Shalom al Israel, Shalom al olam!