Shᵉmot 32:1 "...y le dijeron "Levántate, haznos un ídolo que vaya delante nuestro, porque este Moshé, el hombre que nos hizo subir de la tierra de Egipto, no sabemos qué fue de él"

...וַיֹּאמְרוּ אֵלָיו קוּם  עֲשֵׂה־לָנוּ אֱלֹהִים אֲשֶׁר יֵלְכוּ לְפָנֵינוּ כִּי־זֶה  מֹשֶׁה הָאִישׁ אֲשֶׁר הֶעֱלָנוּ מֵאֶרֶץ מִצְרַיִם לֹא יָדַעְנוּ מֶה־הָיָה לוֹ׃

Reflexionemos sobre la paciencia. Estamos en el momento en que el pueblo de Yisra’el, impaciente ante la aparente demora de Moshé de descender del monte Sinaí, se aparta del camino que Di-s les había indicado, y crea un becerro de oro para adorar. Recordemos que el becerro era una deidad egipcia, lugar de dónde habían estado más de 200 años.

"Madrugaron al otro día, ofrendaron holocaustos, acercaron (sacrificios) pacíficos, se sentó el pueblo a comer y beber, y se levantaron para festejar" (32:6). Aquí, vemos cómo la impaciencia nos puede llevar a acciones precipitadas y a la desviación del eje, en este caso, de la fe. Cuando enfrentamos desafíos o situaciones difíciles, es fácil caer en la trampa de la impaciencia, buscando soluciones rápidas y placeres temporales. Sin embargo, como nos enseña esta Parashá, la verdadera conexión con Di-s se construye con paciencia y confianza en su plan divino.

Cuando creemos que Él nos manda cosas malas, cosas que no podemos visualizar en el momento como positivo, debemos respirar y ser pacientes por un instante. La reacción nuestra es enojarnos, maldecir, preguntarnos el por qué a nosotros, ¿será que Di-s me abandonó?, es cuando el Yetzer hara‘ (el instinto del mal), ese enemigo, intenta hacernos creer ese abandono, evita que conozcamos el poder de Di-s sobre nuestras vidas. A pesar del dolor que nos causa no debemos rendirnos, debemos mantener la paciencia, y seguir clamando a Di-s, Quien, en su misericordia, responderá, aunque no sea en el tiempo que deseamos.

Nos lleva tiempo poder asimilar las situaciones, a menos podamos reducir la brecha al cruzarnos con alguien que nos pueda frenar, como lo tuvo hasta Di-s mismo con Moshé cuando quiso destruir al pueblo tras el hecho del becerro, enfurecido. Moshé lo frena y lo hace entrar en razón y apacigua la ira y logra salvar al pueblo. Aprendemos que la paciencia es esencial tanto en las pruebas de la vida cotidiana como en nuestra relación divina. La historia del pueblo con Moshé y el becerro nos advierte sobre las consecuencias de la impaciencia, al igual que la Mishná nos insta a ser pacientes en nuestras súplicas y a no menospreciar el poder de la oración: "Dijo Rabi Jama, el hijo de Rabi Janina. Si vio la persona que rezó y no recibió respuesta, que vuelva a rezar, pues dice: «Espera al Eterno, esfuérzate y tendrá vigor tu corazón, y espera al Eterno» (Tratado de Bᵉrakhot 32b)".

Así como el pueblo de Yisra’el se desvió cuando se sintió impaciente, nosotros también podemos caer en la tentación. La paciencia nos enseña a confiar en el plan divino, a esperar con fe y a apreciar el valor de cada etapa en nuestro viaje. La idolatría moderna puede adoptar muchas formas: la obsesión por el éxito, la adoración del poder o la búsqueda desenfrenada de placer. Recordemos que la verdadera conexión con lo divino se encuentra en la humildad, la gratitud y la dedicación a principios más elevados.

¡Shabbat Shalom! ¡Shalom al Israel, Shalom al olam!

Moré Sergio Man
Ba‘al tᵉfilla, Ba‘al Kore, Ba‘al Tokea‘, Melamed (VHH)
Marzo 2024