Bᵉreshit 11:4 "Y se dijeron: Vamos, nos edificaremos una ciudad y una torre, por si fuésemos a desparramados por sobre la faz de toda la tierra"
וַיֹּאמְרוּ הָבָה נִבְנֶה־לָּנוּ עִיר וּמִגְדָּל וְרֹאשׁוֹ בַשָּׁמַיִם וְנַעֲשֶׂה־לָּנוּ שֵׁם פֶּן־נָפוּץ עַל־פְּנֵי כׇל־הָאָרֶץ׃
En el contexto de la construcción de la Torre de Babel, este nos invita a reflexionar sobre la búsqueda humana de trascendencia y reconocimiento. La gente de Babel deseaba unidad y grandeza, pero su intención estaba basada en la autosuficiencia y en alejarse del propósito divino, buscando el control absoluto y un "nombre" sin un vínculo espiritual genuino.
Nos muestra una sociedad en la que las personas, motivadas por la seguridad y la permanencia, buscan construir algo monumental: una torre que alcance el cielo. Querían dejar una huella, permanecer, no ser olvidados. Esta historia nos revela un impulso universal en cada persona: la necesidad de lograr algo duradero, de construir un legado. Sin embargo, aquí la construcción es motivada por el miedo a ser olvidados y por el orgullo de trascender como individuos. Así, Babel se convierte en una metáfora de la autosuficiencia y el egocentrismo humano, una ilusión que pasa por alto algo esencial: nadie puede erigir algo valioso y eterno en completo aislamiento, desconectado de los demás.
La intervención divina que lleva a la dispersión no es un castigo, sino una oportunidad de transformación. Al dispersarse, las personas desarrollan nuevos lenguajes y culturas, aprendiendo que el mundo es más rico y diverso cuando se nutre de perspectivas diferentes. En lugar de uniformidad, surge la diversidad como un valor y una invitación a construir relaciones auténticas, basadas en la colaboración y el respeto. Esto nos enseña que la verdadera grandeza no se encuentra en alcanzar las alturas por medios propios o en imponerse sobre otros, sino en construir desde la humildad y en comprender que el propósito compartido es más sólido que el orgullo individual.
En nuestra época, marcada por redes sociales y por una constante búsqueda de reconocimiento, podemos caer en la misma trampa de Babel. Anhelamos ser vistos, reconocidos, "hacernos un nombre", y a veces sacrificamos la autenticidad o el compromiso genuino en pos de esa imagen. Pero el relato nos recuerda que la trascendencia no se logra a través de construcciones grandiosas, sino mediante el esfuerzo compartido y la humildad de reconocer nuestros propios límites. Babel es, entonces, un llamado a replantearnos nuestras metas: ¿estamos construyendo para nosotros mismos, o para algo que verdaderamente valga y perdure? La verdadera grandeza radica en contribuir a un propósito más amplio y común, y en no perder de vista el valor que otros aportan en el camino.
Que este Shabbat nos inspire a reflexionar sobre nuestras propias "torres", las metas que construimos, y a preguntarnos: ¿Estamos enraizados en un propósito genuino y espiritual?
Ḥodesh tov
¡Shabbat Shalom! ¡Shalom al Yisra’el, Shalom al olam!
Moré Sergio Man
Noviembre 2024