Bᵉmidbar 34:2 Ordena a los hijos de Israel y les dirás: Cuando ustedes entren a la tierra de Kenaan, esta será la tierra que les ha de caer en heradad, la tierra de Kenaan según sus límites. צַו אֶת־בְּנֵי יִשְׂרָאֵל וְאָמַרְתָּ אֲלֵהֶם כִּי־אַתֶּם בָּאִים אֶל־הָאָרֶץ כְּנָעַן זֹאת הָאָרֶץ אֲשֶׁר תִּפֹּל לָכֶם בְּנַחֲלָה אֶרֶץ כְּנַעַן לִגְבֻלֹתֶיהָ׃

¿Qué principios no estás dispuesto a negociar? En una época de excesos, honrar los bordes también es un acto de libertad. El libro de Bᵉmidbar cierra con una visión poderosa: el Pueblo está por entrar a la Tierra Prometida, y Di-s les traza los límites de esa herencia. No es una tierra sin forma, ni un regalo sin condiciones. Es una tierra marcada por el propósito.

La libertad no es hacer lo que uno quiere sin reglas, sino tener un espacio donde nuestras acciones estén guiadas por valores. Vivimos en una época en la que la palabra “límite” suele percibirse de forma negativa. Nos han enseñado que ser libre es no tener bordes, poder decidir sin restricciones. Pero la Torá nos propone otra visión: los límites son necesarios para vivir con dignidad, para saber quiénes somos, y para custodiar aquello que es sagrado.

Di-s no le dio al Pueblo una tierra vacía y sin forma. Les dio una herencia. Y esa herencia venía con instrucciones: cómo habitarla, cómo protegerla, cómo consagrarla. Nosotros también recibimos una vida, una familia, una comunidad. Y cada uno de esos espacios es una tierra que debemos aprender a heredar, no sólo recibir, sino cuidar, delimitar, y llenar de contenido sagrado. Podemos resumir diciendo: toda herencia, para ser genuina, debe tener un marco que la contenga, una forma que la proteja, y un sentido que la guíe.

El Midrash Sifrei va aún más lejos: dice que estos límites expresan el amor de Di-s por Su pueblo, porque al definirles el espacio, les entrega también un marco de estabilidad, identidad y espiritualidad. La tierra sin límite no es herencia: es descontrol. El límite no es lo que encierra, sino lo que da forma a lo que queremos preservar. Cuando Di-s le da al Pueblo de Israel una tierra con límites, también nos enseña que: No todo nos pertenece. Hay espacio para nosotros y hay espacio para el otro. No todo es infinito. La espiritualidad también necesita contención, reglas, un "marco de santidad". No todo es inmediato. La tierra debe ser cuidada, trabajada, y sólo florece cuando se respeta su ciclo.

El versículo dice "Cuando entren a la tierra…", te invito a pensar qué significa hoy para nosotros "entrar a la tierra". Ya no se trata solamente de un acto geográfico, sino de asumir una responsabilidad, de transitar etapas, de fundar relaciones, un hogar, un proyecto de vida. Y así como el Pueblo de Israel no podía simplemente ocupar Canaán sin atender a sus límites y responsabilidades, tampoco nosotros podemos entrar en las "tierras" de nuestra vida sin conciencia, sin propósito, sin compromiso ético.

¿Con qué intención estás habitando el lugar en el que estás hoy? ¿Qué límites te ayudan a preservar lo más valioso de tu identidad?

¡Shabbat Shalom y ḥodesh Tov! ¡Shalom al Israel, Shalom al olam!

Hamoré Sergio Man
Ba‘al tᵉfilla, Ba‘al Kore, Ba‘al Tokea‘
Julio 2025