Dᵉvarim 5:6 "אָנֹכִי יְהֹוָה אֱלֹהֶיךָ אֲשֶׁר הוֹצֵאתִיךָ מֵאֶרֶץ מִצְרַיִם מִבֵּית עֲבָדִ͏ים׃ Yo soy el Eterno, tu Di-s que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre"
En el corazón de la repetición de los Diez Mandamientos, leemos una declaración que no es sólo el primer mandamiento, sino la base de toda emuná (fe) y de toda relación entre el Creador y Su pueblo: Esta frase, aparentemente simple, encierra en sí misma una visión completa de la identidad divina, del vínculo entre Di-s y el hombre, y del propósito de la libertad.
Lo primero que llama la atención es que Di-s no se presenta como el Creador del universo, sino como el Redentor. No dice: "Yo soy Hashem tu Di-s, que creó los cielos y la tierra", sino "que te saqué de Egipto". ¿Por qué? Porque el fundamento de nuestra relación con Él no es una idea abstracta o filosófica, sino una experiencia vivida. No creemos en Di-s porque es lógico o necesario, sino porque Él se reveló en la historia, nos sacó con brazo extendido y mano fuerte, y nos hizo libres.
La palabra que abre el versículo, "אָנֹכִי" (Anojí), es más que un simple "yo". Los sabios explican que esta palabra, poco común, encierra una entrega profunda. El Zohar enseña que "Anojí" implica que Di-s no solo nos da Sus palabras, sino que Se entrega a Sí mismo en la Torá. En este primer mandamiento, El Eterno no está simplemente declarando Su autoridad; está revelando Su amor y Su cercanía.
Luego dice “אֱלֹקֶיךָ” — tu Di-s. En hebreo, este es un término en segunda persona singular. No es "el Dios del pueblo", ni "el Dios del universo", sino "tu Di-s". Hakadosh Baruj Hu le habla a cada individuo directamente. Esta es una relación íntima y personal. Cada persona puede y debe sentir que Él nos está hablando directamente a cada uno de nosotros, como si no hubiera nadie más en el mundo.
Y después viene el núcleo de la declaración: "que te saqué de Egipto". No se refiere solamente a una redención nacional, sino también a una liberación existencial. La palabra "Mitzrayim" (Egipto) proviene de la raíz "meitzar", que significa estrechez, limitación. No es sólo un lugar geográfico, sino un símbolo de todos los lugares de oscuridad y esclavitud interna. Di-s no sólo sacó a nuestro pueblo de Egipto; Él saca a cada uno de nosotros de sus propias limitaciones, miedos, hábitos destructivos o confusión espiritual.
Y aún más: "miBeit Avadim" — de la casa de servidumbre. Di-s no solo nos libera físicamente, sino que nos saca de una mentalidad esclava. Nos transforma de víctimas en protagonistas, de sirvientes de Faraón en servidores del Rey de reyes. Esta es una redención interna, una reconstrucción de la identidad. Este pasuk nos enseña que la Torá no comienza con exigencias, sino con una revelación de cercanía. Antes de los "no harás", Di-s nos recuerda lo que ya ha hecho por nosotros. Antes de pedirnos algo, Él nos muestra que nos ha dado todo: libertad, identidad, propósito.
Y aquí está el mensaje central para nuestras vidas: la fe no comienza con obligación, sino con gratitud. No caminamos con Di-s porque "hay que hacerlo", sino porque Él ya caminó con nosotros, nos sacó de nuestro Egipto, y nos invita a vivir como libres. Cada persona tiene su propio Egipto, su propio "meitzar" — sea una situación difícil, una lucha emocional, un lugar de oscuridad. Pero este versículo nos recuerda que Di-s no es sólo el que creó el universo, sino el que me sacó a mí, me liberó, me sigue liberando.
Por eso, al comenzar el camino del cumplimiento de los mandamientos, recordamos no el peso del deber, sino la alegría de haber sido redimidos. Servimos al Eterno no como esclavos, sino como hombres y mujeres libres que hemos sido elevados por Él. Que podamos comenzar hoy una nueva conciencia, un nuevo compromiso, una nueva gratitud.
¡Shabbat Shalom! ¡Shalom al Israel, Shalom al olam!
Hamoré Sergio Man
Ba‘al tᵉfilla, Ba‘al Kore, Ba‘al Tokea‘
Agosto 2025


