Dᵉvarim 28:3 Bendito tú en la ciudad, y bendito tú en el campo. בָּרוּךְ אַתָּה בָּעִיר וּבָרוּךְ אַתָּה בַּשָּׂדֶה׃

En estos días de Elul, cuando nos acercamos a las Selijot y a Rosh Hashaná, la Torá nos trae palabras de reflexión, y en este tiempo de balance, nos interpela: ¿cómo vivimos nuestra relación con Di-s en nuestras relaciones sociales y laborales? ¿Y cómo lo hacemos en nuestros espacios privados e íntimos con nosotros mismos?

La Torá nos enseña que la brajá no es selectiva. No basta con ser íntegro en público si en privado nos descuidamos, ni con ser piadosos en nuestros corazones si en nuestros vínculos no lo reflejamos. La bendición se manifiesta cuando hay coherencia: ciudad y campo, o sea, lo público y lo íntimo, lo humano y lo natural. Por eso, al entrar en la semana de Selijot, pedimos perdón no solo por un área de nuestra vida, sino para que toda nuestra existencia se alinee con la voluntad divina. Y al llegar a Rosh Hashaná, coronar al Eterno como Rey, no solo en la sinagoga, sino en cada rincón de nuestra vida.

¿Qué dicen nuestros jajamim? A primera vista, parece muy simple: bendición en todos lados, pero detrás de estas palabras hay una enseñanza profunda.

No importa dónde nos encontremos, en la ciudad o en el campo, Di-s nos da bendición con plenitud. La bendición en la ciudad tiene que ver con la vida social, con cómo nos relacionamos, con la justicia y la convivencia; y en cambio, la bendición en el campo está en lo natural, en el fruto de la tierra y en el trabajo de nuestras manos. La Torá quiere enseñarnos que la vida con lo divino toca todas las áreas: lo humano y lo material, lo social y lo íntimo. No hay lugar donde la presencia de Di-s quede afuera.

Ahora pensemos en nuestro momento del año: estamos en Elul, ya casi en Selijot (según la costumbre Ashkenazí), a las puertas de Rosh Hashaná. ¿Qué nos dice la Torá hoy? Nos dice que no alcanza con ser "bendito" en un lugar y olvidarnos del otro. No sirve ser cuidadoso "en la ciudad" - en lo público, en cómo nos mostramos - si en el campo de nuestra vida privada descuidamos nuestro corazón. Y tampoco alcanza con tener buenas intenciones en lo íntimo si en lo social no se nota.

La Torá nos llama a integrar ciudad y campo, lo que los demás ven y lo que solo nosotros sabemos de nosotros mismos. Cuando pedimos perdón, no lo hacemos solo por lo que los demás notan, sino también por lo que queda oculto. Cuando en Rosh Hashaná proclamamos HaMelej - el Rey, no lo coronamos solo en la sinagoga, sino en todos los rincones de nuestra vida. Que sea ese el desafío de estos últimos días de Elul: unir la ciudad y el campo, lo público y lo privado, para que en todos los lugares donde estemos, podamos ser realmente bendecidos.

¡Shabbat Shalom! ¡Shalom al Israel, Shalom al olam!

Hamoré Sergio Man
Ba‘al tᵉfilla, Ba‘al Kore, Ba‘al Tokea‘
Septiembre 2025