Bᵉreshit 25:22 "Pero se empujaban los hijos en su interior. Entonces ella dijo, si es así ¿para qué (quiero) yo esto?. Y fue a consultar al Eterno. וַיִּתְרֹצְצוּ הַבָּנִים בְּקִרְבָּהּ וַתֹּאמֶר אִם־כֵּן לָמָּה זֶּה אָנֹכִי וַתֵּלֶךְ לִדְרֹשׁ אֶת־יְהֹוָה׃"
En un solo versículo los sabios leen en él una historia de lucha interior, de búsqueda y de redención. El conflicto en el vientre de Rivká dio origen a dos naciones, pero también a una enseñanza eterna: del conflicto puede nacer bendición. Cada vez que elegimos buscar sentido en medio del caos, una nueva parte dentro nuestro nace.
Rivká, embarazada, siente que algo extraño sucede en su interior, no son simples movimientos de un bebé, es una lucha, un tironeo, una guerra dentro de su vientre. Rashí, con su sensibilidad única, nos dice que cuando Rivká pasaba por una casa de estudio, Yaakov quería salir, pero cuando pasaba frente a templos de idolatría, Esav empujaba por salir también. Dos impulsos, dos direcciones, dos mundos dentro de un mismo cuerpo. Allí es cuando podemos entender que no era solo el vientre de Rivká el que se agitaba, sino el alma humana la que empezaba su historia.
Desde antes de nacer, ya existe en nosotros la tensión entre el bien y el mal, entre el espíritu y la materia, entre la voz de Yaakov y la voz de Esav. Así es como Rivká sin entender nada, confundida, agobiada y sufriendo, pega un grito: "por qué esto para mí", un grito de quien siente que la vida se le escapa del sentido.
Pero ahí está la belleza: Rivká no se queda en la queja, sino que va a buscar a Di-s. No huyó ni se encerró, fue a preguntar, a entender, a buscar. Esa frase marca la diferencia entre el sufrimiento vacío y el sufrimiento que transforma. Rivká no pidió alivio, pidió comprensión, dijo: "Di-s, enséñame qué significa este dolor para mí". Eso es lo que hace una verdadera tzadeket: Convierte la confusión en sabiduría.
Todos tenemos dentro una pequeña Rivká y sentimos, en algún momento, esa lucha interna: la voz que nos dice "sé paciente" y la otra que grita "reacciona ya"; la voz que invita a estudiar, a crecer, y la otra que nos empuja a distraernos, a correr detrás de lo fácil.
Y entonces, de esa lucha, de ese caos, puede nacer algo nuevo. Porque del vientre de Rivká no salieron solo dos hijos, salieron dos pueblos, dos caminos, dos fuerzas que siguen viviendo dentro de nosotros. Cada vez que elegimos el camino del alma sobre el del ego, el camino del Yaakov que busca sobre el Esav que reacciona, en ese momento, una nueva parte de nosotros nace.
Así que cuando sientas que dentro de ti hay una lucha, recuerda: no estás roto, estás vivo, estás gestando tu propósito.
¡Shabbat Shalom! ¡Shalom al Yisra’el, Shalom al olam!
Hamoré Sergio Man
Noviembre 2025


