- Parasha
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"Y le dijo el Eterno a Moshé: Diles a los sacerdotes, los hijos de Aarón, que ninguno de ellos se impurificará con los muertos entre su gente, salvo por los parientes cercanos: su madre, su padre, su hijo, su hija y su hermano, y por su hermana consanguínea….Por ella podrá contaminarse…Santos serán para su Di-s y no profanarán Su nombre, pues son ellos los que brindan las ofrendas al Eterno". (Levítico 21:1-7).
Un hombre vivo, aunque sea el hombre más simple, el más vulgar, el más malvado o aun un delincuente, no puede transmitir impureza ritual (tumá).
En cambio, el hombre muerto, aunque haya sido el hombre más justo o el más santo o el más puro, dado que su alma ha sido tomada de él, transmite impureza ritual.
De este modo, a través de las leyes concernientes a la pureza ritual, la Torá nos brinda una muestra más del valor de la vida. En el momento en que la vida se interrumpe, el daño es enorme y la herida irreparable: el hombre se convierte en un cuerpo que contamina.